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Estrategia y empresa familiar

Sin lugar a duda estamos viviendo grandes cambios disruptivos que desembocan en espacios de gran desconcierto e incertidumbre, y muy en particular, a la hora de tomar decisiones.  Sobre todo, aquellas que involucran recursos e impacto a largo plazo. 

Hasta hace unos años la manera de “hacer empresa” del bisabuelo, se transfería fácilmente al abuelo, al padre y al nieto. En los tiempos que nos toca vivir es casi imposible tomar decisiones a futuro basándonos en experiencias pasadas, porque de seguro ese pasado no volverá.

Estos cambios vertiginosos que veníamos transitando, hoy han venido para quedarse. Hace ya unos años, en la década de los noventa, la milicia de Estados Unidos acuñó el termino VUCA para definir la complejidad del entorno que se vivía. Sigla que en nuestro idioma la traducimos como entornos “Volátiles, Inciertos, Complejos y Ambiguos”. Como respuesta a VUCA surgió BANI (en español: frágil, ansioso, no lineal, incomprensible). Este acrónimo intenta describir la brecha mostrando la fragilidad del contexto, la ansiedad que ello genera, la falta de linealidad en los cambios lo que provoca una alta incomprensibilidad. 

Ahora bien, ante este escenario: ¿cómo tomar decisiones acertadas?, ¿cómo no perder el rumbo de nuestra compañía?, ¿cómo dar respuestas adecuadas?, ¿cómo liderar con agilidad, claridad y eficiencia a nuestro equipo?, ¿cómo transformar las amenazas en oportunidades?

Es en estos contextos donde las herramientas del management y la profesionalización juegan un rol protagónico. La intuición y la experiencia de los fundadores pueden ser necesarias, pero no suficientes para arribar a buen puerto. Es aquí donde contar con un rumbo claro y bien definido es vital. 

Me gusta pensar en el barco en altamar, que su capitán puede navegar seguro sorteando las dificultades de cualquier tormenta porque posee una hoja de ruta bien trazada con un puerto bien definido y un tablero con todos los instrumentos necesarios que lo van orientando a él y a sus tripulantes, marcando los desvíos y generando la seguridad necesaria en la toma de decisiones, que están bien orientados hacia el destino deseado. 

En la empresa, la planificación estratégica es la hoja de ruta que marca la meta a alcanzar. A través de la planificación estratégica los responsables de la compañía definen detallada y minuciosamente las coordenadas que llevan a la empresa a la meta deseada. Ese constituirá su faro para la toma de decisiones ante situaciones tormentosas que le permitirán no desviarse del camino. Generarán los planes de acción que cada área deberá cumplir con su propio tablero de indicadores, permitiendo rapidez y autonomía en la toma de decisiones. Todos están en el mismo barco y conocen a la perfección el destino fijado. Cada área funcional de la empresa tiene sus propios objetivos para que en equipo arriben al puerto deseado. 

Navegar la incertidumbre sin plan estratégico, es como un barco a la deriva buscando un puerto en que encallar. 

En entornos tan complejos como los que estamos transitando la planificación estratégica es la mejor aliada para transformar las amenazas en oportunidades. En tal sentido alinear la planificación estratégica empresarial y familiar es fundamental, ya que son los miembros de la familia empresaria, desde su rol de propietarios, quienes deben asumir el compromiso de incorporar las mejores prácticas para asegurar la perpetuidad del futuro de la empresa. 

En la empresa familiar a la complejidad del entorno le adicionamos la diversidad generacional y de roles dentro de la familia empresaria. 

Esta realidad, ¿es una amenaza, o una oportunidad? la respuesta dependerá de cada familia empresaria, en particular de aquéllas que sean capaces de planificar estratégicamente su futuro marcando un rumbo y destino claro, transformando los desafíos que se le presenten en oportunidades. 

“No hay viento favorable para el que no sabe a donde va” Séneca

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